
1
Miríadas
de miradas recorrieron mi rostro, de visión invisible todas. Me supe
descubierto al instante y lo cubrí tras el rastro de mis manos. Así perdí de
vista aquellas miradas que me observaban, visiones ahora invisibles todas… Pero
las sabía delante inspeccionándome con la intención de traspasar mis manos,
para buscar esa mirada que no quería ver las miríadas de miradas, de visión
invisible todas, después de haber recorrido mi rostro para percibir el
fundamento de su mirada.
2
Él
vio mucho más de lo que imaginó e imaginó mucho menos de lo que vio. Lo primero
fue un regalo, lo segundo una falta de intuición. Hubiera sido mejor ver menos
de lo imaginado e imaginar mucho más de lo que vio, para que la intuición se
convirtiera en el mismo regalo. ¿Qué es mejor: ver menos de lo que se desea o
desear menos de lo que se ve? Lo intuido no se ve pero se puede desear, cuando el
deseo no se intuye porque se imagina y no se ve para que se deje intuir. Eso,
él nunca lo supo y nunca lo sabrá.
3
Frente
a mí no hay nada más que algo. Ya sé que así dicho suena muy vago, pero es lo
que hay. Y ese algo puede estar compuesto de materia o quizá sea una idea, porque
yo soy ciego y sólo veo mis propios pensamientos, eso nada más. Me gustaría ver
los tuyos, si es que se pueden ver, aunque sean insertos en la mirada que no
tengo, en la tuya, y así poder mirarme frente al espejo con esa visión prestada
a través de un pensamiento, para comprobar qué hay dentro de ese algo que son mis
cuencas vacías, mucho más que los pensamientos que veo cuando abro los ojos en
mi interior, para tratar de captar ese algo dentro de esta oscuridad.
4
Cuando
la vi por segunda vez ella no estaba, se había ido. Menos mal que la llevé
conmigo, en la emulsión de plata de la película fotográfica que luego revelé.
Del negativo la pasé al positivo con un chorro de luz y luego la fijé sobre el
papel bajo los líquidos. Entonces apareció poco a poco, mirándome a través del
fluido. De pronto me pude ver reflejado en sus pupilas, mi silueta y también
frente a ella dos veces: en ese instante y cuando tomé la fotografía; instantes
triplicados pues ella también estaba en mi memoria. Tantas veces, tantos
reflejos, tan engañosa la realidad, como un juego de espejos multiplicando sin
querer todos los instantes.
5
La
vi con mi ojo derecho; el izquierdo estaba atento a otra cosa, a una mota de
polvo que flotaba en el aire. Pasó de largo sin saber que la miraba, fue algo
casual. Mi ojo derecho continuó tras ella, pero el izquierdo se quedó en su
lugar. El otro rodó y rodó persiguiéndola, para no perderla de vista. Mi mano
rebuscaba algo, tantear si concluía un movimiento. Todo estaba por ver: mi ojo
derecho no le quitaba el ojo mientras el izquierdo lo hacía de reojo. Mi mano
continuaba indecisa, con el ojo derecho detrás, decidida en realizar por fin el
movimiento para rascar el izquierdo, pues aquella mota de polvo se metió en él.
6
Vasta
es su mirada, penetrante, tanto que la noto dentro de mi cabeza, inspeccionando
los recovecos de mis pensamientos y mucho más allá, para adivinar lo que ahora
no pienso y luego pensaré; así, se anticipa siempre a mí… Ahora siento que él,
con su vasta mirada, soy yo; porque no me deja ser, porque asume todos mis actos
antes de que yo los pueda realizar. Vive mi vida antes que yo, piensa y habla
antes de que yo lo pueda hacer. Me roba el pensamiento y la palabra, y camina
todo el día frente a mí con su vasta mirada, penetrante, tanto que la noto
dentro de mi cabeza inspeccionando los recovecos de mis pensamientos y mucho
más allá, para adivinar lo que ahora no pienso y luego pensaré.
7
“Visiones
invisibles”, así dicho, tiene una doble interpretación: ¿Es invisible lo que no
se ve o lo es el acto de mirar? El primer caso sería la nada, el segundo una
mirada vacía; visión invisible en las dos. ¿Qué más dará entonces lo uno o lo
otro, cuando, a pesar de que en esencia son diferentes, el resultado es
idéntico? Ambos se contienen en sí mismos, con una negación y una afirmación
que los conduce hacia la nada y al vacío. Así son todas las visiones
invisibles, no existen, y aquí, por tanto, tú no has leído nada.
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